martes, 18 de agosto de 2009

EL BUENO

Maestro, quiero ser bueno...
Este es el grito que brota desde el interior de un hombre joven que busca ansiosamente el bien, y a este como necesario para ser feliz. Lamentablemente el hombre joven rechaza aquel bien que no será efímero, sino que le otorgará la felicidad que solo la da un Señor y no una esperanza caudillezca.
Pero ¿quien es el bueno? Solo uno es BUENO. La bondad cristiana se afinca en el Dios que nos ha concedido a su Unigénito. Ese Dios que sabe que nuestra naturaleza es buena...
"El bueno juzga bien todas las cosas y en todas se le muestra la verdad. Lo que más diferencia al hombre bueno es su capacidad de ver la verdad en todas las cosas"
Cuando leí estas líneas en la Ética Nicómaco de Aristóteles no pude evitar determinarlas como "relativistas". Pero, rápidamente, embargo en mi interior otro razonamiento. El hecho que el hombre bueno siempre juzga bien todas las cosas se refiere a un juicio ontológico. Es decir, el hombre bueno entiende que todo lo existente tiene como sustento el bien, que en todo ser se revela la bondad de Dios...
Ahora bien, eso de: "en todas se muestra la verdad" también hay que mirarlo de una manera detenida. No es que todo lo que cada persona profesa es verdad. Pero, es cierto que en las verdades que se profesan existe una chispa de aquella Verdad eterna que nosotros, los católicos, conocemos.
"El hombre bueno tiene la capacidad de ver la verdad en todas las cosas". Es decir, puede discenir aquello que es verdad y aquello que es mentira. Puede conocer la verdad de las cosas.
Quisiera poder ser ese bueno del que habla El Estagirita, pero sobretodo quisiera poder dar la respuesta audaz que el hombre joven no se atrevió, será que no penso como hijo...