
Hoy es25 de marzo. En la Iglesia celebramos el misterio de la ENCARNACIÓN DEL HIJO DE DIOS.
Todos los hijos fieles de la Iglesia rezan en cada jornada, al mediodía, la oración del Ángelus. Esta oración nos recuerda el episodio de la Anunciación, en el cual se revela la Encarnación del Hijo de Dios.
En todos los templos se celebrará el Don de la Vida. El Hijo de Dios, al hacerse carne, al hacerse humano, nos muestra la dignidad que poseemos. Él asume la condición humana para educarnos desde lo que somos. Él se hizo hombre para que el hombre pueda llegar a Dios.
La sacralidad de la vida humana pasa por reconcer que su dignidad no está anclada en razones fenoménicas o intelectivas. Al contrario, la dignidad humana nace y se alimenta del profundo vínculo con el Creador.
Probablemente algunos no crean en Dios, o nisiquiera se cuestionen sobre su existencia. Lo que no podemos negar es nuestra existencia y la irresistible necesidad que experimentamos por ir más allá de nuestros sentidos, por superar cada día lo que hemos hecho. Experimentamos la frustración constantemente. Esa frustración no es más que la expresión de una carencia, de una necesidad. Una necesidad es el deseo de algo que aún no tenemos, pero que es imperante tener y poseer. Nunca podremos colmar las necesidades de nuestro espíritu, pues ese mismo espíritu clama desde nuestro interior, por medio de nuestra corporiedad, a quien le creó.
No podemos negar que los más importante en nuestras vidas es aquello que no podemos ver. Nuestra dignidad no la podemos ver, nuestro espíritu tampoco. Pero, ninguno de nosotros de atrevería a negar su existencia.
Puede que nunca seamos testigos de una teofanía, pero no podemos negar la existencia de Dios.
Probablemente jamás veamos un embrión, pero no podemos negar su existencia, no podemos negar su humanidad, su intrínseca humanidad.
Es momento de mirar lo instrínseco, lo oculto, lo invisible, lo ontológico, lo espiritual, y lanzarnos a mostrarlos con nuestros actos.
Es momento de defender nuestra vida y la de los demás. Este sábado 28 de marzo marchemos por la vida.
Carlos D. Pacahuala Montenegro