viernes, 31 de julio de 2009

Adolescente usada para promover eutanasia, cambió de opinión y recibió corazón

En noviembre pasado, el drama de la adolescente británica Hannah Jones fue usado como bandera para promover la eutanasia. Con el apoyo de sus padres, Hannah, de 13 años, se negaba a recibir un trasplante de corazón defendiendo su supuesto derecho a morir. Meses después, cambió de opinión y optó por salvar su vida. Varios años atrás a Hannah le diagnosticaron un tipo raro de leucemia. Cuando los especialistas lograron la remisión del cáncer le descubrieron una cardiomiopatía; su corazón tenía un agujero y era necesario cambiarlo para que siguiera con vida. Al conocer los riesgos de la operación y la eventual necesidad de un nuevo transplante después de diez años, la menor dijo a sus padres y a las autoridades de salud que no quería más tratamientos y que volvería a casa aunque eso implicara su muerte. Ante su negativa, la dirección del hospital que la atendía, el Herefordshire Primary Care Trust de Hereford (Reino Unido), decidió acudir a los tribunales para retirar temporalmente la custodia a sus padres y "obligar" a la adolescente a someterse a la cirugía; sin embargo, tras varios procedimientos legales y el informe de un funcionario de la oficina del defensor del menor, el hospital decidió retirar la demanda. Su caso fue usado como bandera por varios grupos anti-vida para promover la legalización de la eutanasia y el suicidio asistido. Según el diario Telegraph, Hannah cambió de opinión tras sufrir una falla parcial en el riñón el pasado 7 de julio, cinco días antes de cumplir 14 años. La adolescente no pudo recibir una diálisis debido a que su corazón era demasiado débil para el tratamiento. Hannah debía volver a la lista de receptores de corazón donado o sufriría una falla renal grave y una muerte segura. "Sé que había decidido que no quería esto de ninguna manera, pero todo el mundo tiene derecho a cambiar de opinión", indicó Hannah después de someterse al exitoso trasplante y expresó su alegría porque "ahora estoy tomando 27 pastillas, pero luego solo tendré que tomar unas 12".

jueves, 23 de julio de 2009

¿ES POSIBLE?

Casi siempre evito referirma a política para no ser catalogado en tal o cual tendencia partidaria. Pero, esta vez es irrenunciable referirme a las últimas declaraciones de un excandidato presidencial respecto al papel de los movimientos terroristas en el Perú.
¿Es posible que este excandidato pueda considerar que los terroristas eran "Robin Hod"? Esta equiparación resulta indignante y absurdo. No podemos olvidar el genocidio que cometió en nuestro país se puñado de 10 mil asesinos.
¿Saben cual era la fuente que citaba el excandidato para lo que hablaba? La Comisión de la Verdad y Reconciliación, esa comisión dirigida por el catedrático y exrector de la PUCP, Salomón Lerner. Aquella comisión que cita dentro de sus páginas a prosenderistas y en donde resulta que "todos somos culpables del terrorismo".
La humedad limeña ha aletargado el cerebro del excandidato y el de sus correligionarios, pues uno de ellos, congresista de la república, se ha convertido en el más apasionado apologeta de los grupos de fachada de los terroristas reciclados.
Mi fe hace que esté convencido que la gente puede cambiar, pero esa misma fe me enseña que debo estar alerta, como centinela, expectante como profeta ante los acontecimientos del hoy usando el pasado como guía.
Ojala no olviden los peruanos las palabras de este señor en las próximas elecciones generales

lunes, 20 de julio de 2009

LA UNIVERSIDAD Y LA RELIGIÓN

Según Newman, “es la educación lo que proporciona a la persona una visión clara y consciente de sus propias opiniones y juicios, una verdad que los desarrolla… una elocuencia que los expresa, y una fuerza para ponerlos en práctica” (The Idea of a University, 1854). Por eso es clave saber elegir –si es posible– la universidad que “sirva” de verdad a las personas y su entorno (no se es mejor por apuntarse a una universidad, pero allí debe adquirirse una responsabilidad especial por las personas). Como es clave saber “vivir” la universidad y disfrutarla siempre (cuando se aprende a ser universitario, no se deja de serlo). Y contribuir después a mantener lo que nos sirvió, si nos sirvió.
En su viaje a Tierra santa, Benedicto XVI bendijo en Jordania la primera piedra de una universidad –la universidad de Madaba– promovida por el Patriarcado Latino de Jerusalén. Todo lo que dijo allí puede aplicarse como “ideario” para una universidad de inspiración cristiana y servir de “test” para cualquier institución educativa de rango académico que esté abierta a iluminar su actividad con las dos “alas” de la razón y de la fe.
Ante todo, tres objetivos: primero, servir a la comunidad humana circundante y elevar el nivel de vida, desarrollando los talentos y las aptitudes de los alumnos. Segundo, promover en ellos la adhesión a los valores y a vivir en libertad personal, por medio de la transmisión del conocimiento y del amor a la verdad. Tercero, afinar el genuino espíritu crítico, disipar la ignorancia y los prejuicios, ayudar a romper los hechizos creados por las ideologías. Amor y adhesión a la verdad, aprecio por los valores de la cultura, diálogo encaminado a la tolerancia y la paz. Son los pilares de esa educación “más amplia” –decía el sucesor de Pedro– que se espera de cualquier universidad abierta a un contexto religioso, pues, “la fe en Dios no suprime la búsqueda de la verdad; al contrario, la estimula”. Y recordaba la exhortación de San Pablo a los primeros cristianos, para que abrieran su mente a "todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio”. Pero ¿cuál es en concreto el papel de la religión en la universidad?. De por sí, observaba el Papa, “la religión, como la ciencia y la tecnología, la filosofía y cualquier otra expresión de nuestra búsqueda de la verdad, puede corromperse”. Concretamente –no olvidemos el contexto del discurso: una “Tierra santa”, pero sembrada de conflictos– “la religión se desfigura cuando se la obliga a ponerse al servicio de la ignorancia o del prejuicio, del desprecio, la violencia y el abuso. En este caso no sólo se da una perversión de la religión, sino también una corrupción de la libertad humana, un estrechamiento y oscurecimiento de la mente”. Pero esto no es inevitable, continuaba. La educación proclama la confianza en la capacidad humana para distinguir el bien del mal, la verdad de la injusticia. Por tanto, a pesar de los intereses y las pasiones torcidas del corazón humano, se le puede ayudar a ser verdaderamente libre. “La persona genuinamente religiosa –seguía argumentando– percibe la llamada a la integridad moral, dado que al Dios de la verdad, del amor y de la belleza no se le puede servir de ninguna otra manera. La fe madura en Dios sirve en gran medida para guiar la adquisición y la correcta aplicación del conocimiento”. Ciertamente, hay que reconocer los beneficios de la ciencia y la tecnología, pero al mismo tiempo la ciencia tiene sus límites. No responde a todos los interrogantes que se plantea la existencia humana, su sentido y valor, su lugar y finalidad en el universo. Citaba en este punto al Concilio Vaticano II: “La naturaleza intelectual de la persona humana se perfecciona y debe perfeccionarse por medio de la sabiduría, que atrae con suavidad la mente del hombre a la búsqueda y al amor de la verdad y el bien» (Gaudium et spes, 15). Y concluía el Papa: la ciencia y la tecnología necesitan la luz orientadora de la sabiduría ética. “Esa es la sabiduría que ha inspirado el juramento de Hipócrates, la Declaración universal de derechos humanos de 1948, la Convención de Ginebra y otros laudables códigos internacionales de conducta”. En síntesis, puede decirse que la educación universitaria está llamada a impulsar la búsqueda de la verdad, purificando tanto la religión, como la ciencia, la tecnología y la filosofía, precisamente por medio del diálogo entre ellas, con tal que ese diálogo esté abierto a Dios; lo que es lo mismo, presidido por la sabiduría religiosa y ética. Con palabras bien claras, “las universidades donde la búsqueda de la verdad va unida a la búsqueda de lo que hay de bueno y noble, prestan un servicio indispensable a la sociedad”. Al final de su escrito, Newman confiaba en poder agradecer por toda la eternidad, con el corazón y los labios, que se le hubiera permitido aportar siquiera un poco, y testimoniar un mucho, del difícil, pero a la vez agradable y esperanzador trabajo que supone hacer una Universidad.
Ramiro Pellitero, Instituto Superior de Ciencias Religiosas, Universidad de Navarra(publicado en “La Gaceta”, 4-5/VII/2009, también en www.gaceta.es)

sábado, 18 de julio de 2009

EINSTEIN Y DIOS

Albert Einstein, físico y matemático de origen alemán, Premio Nobel de Física por su descubrimiento de la ley del efecto fotoeléctrico, demostró matemáticamente que a las tres dimensiones del espacio físico había que añadir una cuarta dimensión: el concepto tiempo. Ayudó a su encumbramiento su teoría general de la relatividad, así como otras investigaciones sobre la teoría cinética de los gases. Einstein ha sido considerado, a nivel mundial, según estadísticas publicadas por los medios de comunicación social, la persona más importante del siglo XX. Quien fue secretario del Secretariado para los No Creyentes de la Santa Sede, el doctor Jordán Gallego Salvadores, dominico, fue quien me entregó el testimonio, de su puño y letra, sobre la fe en Dios del gran científico Albert Einstein. Al final publicamos la referencia. El físico quiso dejar muy clara su posición respecto a su fe en Dios. Manifestó: «La generalizada opinión, según la cual yo sería un ateo, se funda en un gran error. Quien lo deduce de mis teorías científicas, no las ha comprendido. No sólo me ha interpretado mal sino que me hace un mal servicio si él divulga informaciones erróneas a propósito de mi actitud para con la religión. Yo creo en un Dios personal y puedo decir, con plena conciencia, que: en mi vida, jamás me he suscrito a una concepción atea». Albert Einstein. (Deutsches Pfarrblatt, Bundes-Blatt der Deutschen Pfarrvereine,1959, 11). En La Razón, (26/02/03) _________________________________________
Nota de Jorge Balvey. Arvo Net. En 1905 Albert Einstein, un judío alemán de 26 años, publica un trabajo titulado “Acerca de la electrodinámica de los cuerpos en movimiento”, en el que se contenía la que más tarde se conocería como Teoría Especial de la Relatividad. La Física de Newton, el más grande científico de la Historia, fundada en la geometría euclidiana y los conceptos de tiempo ansoluto de Galileo no era tan exacta como se había creído. Einsten descubre que el espacio y el tiempo son términos de medición relativos. Einstein en 1907 publica una demostración de que E = mc2. Esta fórmula que a cualquier persona ajena a la investigación de las ciencias físicas parece no sólo de sencillez extrema sino absolutamente inofensiva es el punto de partida para la carrera hacia la bomba A. Había comenzado una nueva y grandiosa aventura del pensamiento. Pero Einstein no se fió de las dos primeras rigurosas pruebas de su teoría, a pesar de que eran cientificamente concluyentes: había que comprobar empíricamente que el efecto previsto en su teoría, existía de hecho en la realidad. Einstein estaba convencido de que todo efecto tiene una causa, y que puesta cierta causa se sigue cierto efecto. Estaba seguro de que, por muchas que fuesen las coincidencias de la experimentación con su teoría, una sola discrepancia bastaría para dar al traste con sus predicciones y convertir su teoría en un argumento insostenible. Como observa Paul Johnson, la de Einstein era una actitud completamente distinta del dogmatismo de Marx, Freud y Adler, que trataron de meter con calzador -sin conseguirlo- la realidad en sus teorías. El más breve resumen del propio Einstein sobre la Teoría de la Relatividad es la siguiente: “no hay movimiento absoluto”; ¡el movimiento en el universo es curvilíneo!. De pronto pareció al mundo que nada era seguro en el movimiento de las esferas. La conmoción en el ámbito de la ciencia experimental era lógica: varios siglos de creencias científicas se venían abajo. En 1919 Einstein es una figura mundial que gravita más sobre la Humanidad que los estadistas y guerreros. Lo que Einstein vio con estupor fue que, en 1920, de la idea de la relatividad del espacio y del tiempo -magnitudes físicas- se había concluido, quién sabe por qué misteriosos paralogismos, ¡que no había ningún valor absoluto! ¡que no existían el bien ni el mal! ¡que no había manera de estar ciertos de cosa alguna! Se había confundido la relatividad del movimiento con el relativismo filosófico y ético. La Física con la Metafísica, la Gnoseología y la Etica. Un sentencia común llegó a ser ésta: Einsten ha demostrado que la verdad no existe; el bien y el mal son una invención de mentes engañadas por la apariencia de los fenómenos. Nada más lejano a la mente del físico genial. Aturdido, el 9 de septiembre de 1920 escribe a su colega Max Born: “Como el hombre del cuento de hadas que convertía en oro todo lo que tocaba, en mi caso todo se convierte en escándalo periodístico”. Einstein, señala Paul Johnson, no era un judío practicante, pero sí un hombre que reconocía la existencia de un Dios y la existencia de normas absolutas del bien y el mal. Incluso en el ámbito físico le repugnaba el principio de indeterminación de la mecánica cuántica. “Usted -le escribió a Born- cree en un Dios que juega a los dados, y yo creo en la ley y el orden totales en un mundo que existe objetivamente y que, de un modo absurdamente especulativo intento aprehender. Yo creo firmemente, pero abrigo la esperanza de que alguien descubrirá un modo más realista o más bien una base más concreta que la que me ha tocado en suerte hallar”.

viernes, 17 de julio de 2009

MI EXALUMNO SE CONFIRMARÁ

¿Qué tiene de curioso que un exalumno de un colegio parroquial se confirme? Nada.
Lo peculiar de este caso es que él había sido bautizado como católico pero formado por sus padres en una espiritualidad sectaria protestante.
Recuerdo cuando llegué al colegio Cocharcas él, Luis Amasifuén, era un alumno que nada quería saber con las cuestiones de la fe católica. A lo largo de dos años el mismo me pidió que le preparara para recibir el sacramento de la Confirmación.
Había comprendido la riqueza de la doctrina de nuestra fe. Se había dado cuenta que en la Iglesia en la que habia sido bautizado era donde Dios le quería.
Lamentablemente en esa oportunidad la oposición a que se confirmara vino de su casa. Nada podía hacer ante la negativa de sus progenitores. Tenía que esperar.
Ayer, después de una sencilla conversación que tuve me contó que se estaba preparando en su universidad para confirmarse. El gozo invadió mi persona. Dios lo ha mirado con misericordia y le quiere conceder su Gracia otra vez
Todos vuelven a la casa del Padre. Nadie puede estar lejos de la Madre cuando ella a estado pendiente. ¿Quién ha dicho que eso que de DAR CATECISMO ya paso de moda? ¿Quién se atreve a cuestionar el contenido doctrinal de las catequesis como si no tuvieran sentido?
Yo enseño la doctrina de la Iglesia en mis clases de religión, y hasta hoy los frutos que he visto son más contundentes de aquellos que hacen de sus clases un show infantil. Cuando enseño la Doctrina de la Iglesia enseño lo que a ella le ha sido revelada y no lo que a mi se me ocurra. No soy yo, es ella a la que muestro en mis sesisones de religión
Te felicito Luis, seguiré rezando por ti.
Carlos D. Pacahuala Montenegro

domingo, 5 de julio de 2009

DUC IN ALTUM

El día dos de julio, seis congresistas aprobaron en la Comisiòn de Constituciòn el proyecto de ley sobre libertad e igualdad religiosa.
Los argumentos para su aprobaciòn son diversos, pero no me referirè a ellos. Solo quiere motivar por este medio a promover el debate entre quienes leen este blog: mis profesores, mis alumnos y amigos
Es momento de levantar la frente, sacar las cabezas de los hoyos de la cobardía para enlazarnos junto con quienes han defendido la fe a lo largo de la historia: los santos padres apostólicos, los padres de la Iglesia, una pléyade de santos y hombres de buena voluntad que vieron en la fe el signo de la presencia de su vida en el reino de Dios.
Adelante.
Carlos D. Pacahuala Montenegro

miércoles, 1 de julio de 2009

HOY REGRESA MI MAMÁ DE JAPÓN

Estoy contento. Hoy después de 6 años mi madre regresa de Japón a las 11.55 de la noche.
Cuando ella se fue yo estaba en el Seminario. Ahora que regresa me encontrará a punto de terminar la carrera de educación, con muchos kilos de màs.
Le he extrañado mucho. Por fin ahora podré abrazar a mi madre y saber que está bien. En ese país oriental ha tenido que pasar muchas penurias. Pero han sido más las gracias que Dios ha derramado sobre ella y sobre nuestra familia.
Sé que mi madre viene por unos meses, pero se que estará junto a mi el día 6 de julio (mi cumpleaños). Será el mejor regalo que reciba este año.
El amor a mi madre ha hecho posible que ame tanto a mi Iglesia. Si no hubiera recibido amor no hubiera podido darlo. Ella me ha engreido, me ha corregido, me ha tandeado, pero ante todo siempre me hizo sentir su hijo y nunca se cansó de decirme cual ha de ser mi papel cuando ella me necesite. Es por todo eso que tambièn cuando mi Iglesia me necesite irè a ayudarle.
En estos días me ha pedido mi Iglesia, por medio de uno de sus hijos, que no sea cobarde y saque adelante un retiro. Pues estaré ahí para ayudarle.
Hoy mi madre regresa. Hoy mi Iglesia me pide algo más. Mi única respuesta es estar en la vanguardia. Mi única respuesta es decir: Aquí estoy mamà, aquí estoy mi Madre Iglesia.
Carlos Pacahuala Montenegro