Dentro de mi labor de docente siempre me preocupó que mis estudiantes fueran puntuales en todo momento. Fiel a ello, el año pasado tuve un grupo de estudiantes a cargo. Después de mucho tiempo, tenía tiempo para organizar algunas acciones en favor de ellos...
Rápidamente noté que cuando llegaba a primera hora al aula solo habían dos o tres estudiantes. Siempre los mismos. El resto iba llegando de a pocos. Pero, más del 40% llegaba cuando las clases habían empezado. Decidí hacer algo al respecto.
Lo primero que hice fue requerir un reporte de "Tardanzas y asistencias". Con toda la calma del mundo tabule los datos y los convertí en gráficos de cantidad de tardanzas y faltas de cada estudiante del aula. Y al ver los resultados observé que solo dos no tenían ni faltas ni tardanzas. ¿Quiénes eran? Óscar y Rodrigo. Hubiera sido un hecho más. Pero, ellos eran los "primeros alumnos del aula". Seguí viendo, y justo los estudiantes que tenían más tardanzas y faltas eran los que tenían un menor rendimiento en las áreas. ¿Descubrí algo nuevo? No creo. Cuando comenté esto algunos se admiraron, otros me dijeron "Sí, sí. De hecho. ¿Para qué sirve?"
Sirve de mucho. Ahora sé que existe una relación directa entre la organización del tiempo y el rendimiento escolar. No lo sé como un criterio "obvio". Lo sé con datos registrados y formales.
Ahora cuando le tengo que decir a un estudiante que "mejore en sus notas" le digo que tiene que organizar su tiempo. Y sobre ello trabajamos.
¿Podré hacer una tesis de este tema?
Carlos Pacahuala
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