
El día de hoy, después de 10 meses, he visto por última vez a quienes fueron mis alumnos en Huaral. Ya tuvimos ocasión de despedirnos hace una semana en la última clase.
Como siempre que se entabla una relación maestro-alumno existen diversidad de expresiones en la despedida. Algunos de ellos, con los cuales hable muy poco, hoy me pusieron en su examen "Muchas gracias por animarnos y tener confianza en lo que nosotros podemos lograr". La alumna que escribió esa frase ha expresado lo que un maestro debe hacer siempre: educar en la esperanza.
Estamos cansados de maestros que con sus palabras, gestos y poca dedicación lo único que nos expresan es pesadez, lacritud e indiferencia por la vida futura. Ellos solo nos muestran un panorama de vida demasiado inmediato estructurado en función de resultados cuantificables. Importa más la "clave" que la respuesta. Importa más una admiración por el intelecto que una preocupación por la persona.
Si aquella alumna escribió esa frase es porque ha encontrado en muchas de mis palabras algo más que lo inmediato, algo que de dice "sigue". Mis clases han sido de ciencias sociales, pero hoy me doy cuenta que han tenido mucho de metafísica, pues esos niños han podido descubrir en lo inmediato, en lo práctico, aquello posterior, aquello espiritual, aquello velado para los ojos de los demás. Han podido dar un paso en aquel camino tan frondoso, pero seguro, de la verdad.
El primer día de clase del curso de metafísica mi profesor, QEPD, dijo: "Los más metafísicos son los abuelos", "ellos hacen explícito lo implícito". Hoy debo aumentar a esas palabras de mi profesor: "También los niños son metafísicos", "ellos también explicitan lo implícito". Ellos han descubierto en mis clases de historia el hambre por una PERFECCIÓN a la que tienen la ESPERANZA de llegar. En mi lenguaje común esa PERFECCIÓN no es más que SANTIDAD.
A todos mis alumnos de Huaral, muchas gracias por aguantarme. Se que a lo mejor en esta vida no les veré. Ah, pero eso si, NOS VEMOS EN EL JUICIO FINAL.
El juicio final no solo será ocasión de nuestras salvación o condenación eterna, sino que además nos veremos nuevamente cara a cara con quienes un día conocimos, y hasta los que no conocimos. Si en esto me equivoco que algunos de mis amigos me corrijan pronto.
Carlos Pacahuala Montenegro
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