miércoles, 2 de diciembre de 2015

¿Por quién no votaré?

Hoy me pregunté cuál sería la herencia que le dejaría a mi hija. Después de mucho meditar he llegado a la conclusión que la mejor herencia que le dejaré serán las decisiones que tome sobre ella.
 
Cuando se lo he comentado a alguien me dijo que las decisiones no son tangibles y que resulta demasiado idealista mi "herencia". Además, que mi pretensión denota cierto aire controlador del destino de mi hija.
 
Es cierto que las decisiones no son tangibles. Pero, lo serán. Lo que hoy decido sobre mi hija puede que no se note inmediatamente. Pero, podrá ser percibido por todos los sentidos de las personas que la rodeen en poco tiempo. Lo que decida en un instante tendrá repercusión no solo en su vida sino en quienes le rodean. Qué más tangible que ello.
 
Idealista. Uno de los problemas de las generaciones presentes es la carencia de grandes ideales. Todo ideal trasciende el ámbito individual de la persona para dar paso a un compromiso comunitario.  ¿No son acaso nuestro ideales lo que muchas veces nos mueven a la acción? ¿Alguien puede decir que el hombre no necesita de ideales para vivir? Son incontables las veces en que mis ideales los que me han permitido seguir adelante ante tenebrosas situaciones en la vida diaria.
 
Control. El control no es sinónimo de esclavitud. Por el contrar es propio de las personas enteramente libres y por ello, conscientes de las consecuencias de sus actos, controlan todo lo que hacen y dejan de hacer. El control denota orden. Y no solo un orden en arreglar la ropa de tal o cual manera. Orden en la vida, en hacer las cosas conforme se deben hacer ,en el momento que se tienen que hacer, conforme la naturaleza y lo que nuestra recta consciencia indica. Lo  más importante en la vida no puede ser producto de la casualidad, de un de repente, de una explosión hormonal.
 
¿Qué decisiones son las que tomaré sobre mi hija? Muchas de ellas en la intimidad de mi hogar. Otras en la sociedad como el tipo de gobernantes que elegiré. ¿Cómo elegir a un candidato que quiere transformar la cultura? No puedo elegir un candidato que romperá todo aquello que quiero para mi hija.
 
Un gobernante tiene mucho poder. Yo le otorgo el poder sobre mi y mi familia. Como le puedo dar el poder a alguien que hubiese optado por matarme, por matarnos. No puedo elegir a un proabortista o proeutanasia.
 
No puedo elegir un candidato con una agenda gay que destruya la familia. No puedo elegir a quien quiere aniquilar lo que más quiero.
 
Mi voto es parte de mi herencia. Lo que decida en las elecciones repercutirá no solo en mi persona. Repercutirá en mi hija, en mi familia.
 
Cuando deposite la cédula de sufragio en el ánfora no quiero que mi mano se manche con la sangre de los inocentes que morirán por ello.
 
¿Por quién votar? Si saben del candidato díganmelo.
 
Carlos Pacahuala
 

sábado, 28 de noviembre de 2015

¿Por quién votaré?

Estamos siendo testigos del inicio del proceso de campaña electoral. Como siempre los votantes nos convertimos en "mirones" de todo cuanto los candidatos se dicen y hacen. Pasamos como a un estado de ataraxia que nos convierte en una "raza distinta" de la que realmente somos. 
 
¿Qué somos? ¿Qué soy? Esta pregunta etiquetada para la adolescencia parece diluirse con el paso de los años. Pero, sobre todo en un momento tan importante como cuando vamos a delegar el poder que tenemos como ciudadanos para que sean otros los que gobiernen, para que sean otros los que tomen las decisiones por nosotros. Para que sean otros los que hagan el cambio.
 
Pero, ¿nos preguntamos como afectarán los cambios que quieren hacer?, ¿somos conscientes que cambios quieren hacer?
 
Personalmente me interesa si quieren hacer un tipo de cambio: ¿Quieren cambiar nuestra cultura?, ¿quieren cambiar la sociedad en la que vivirá mi hija? Eso es lo que me interesa saber de cada candidato. Me interesa saber si quieren cambiar la cultura de odio por el de la solidaridad, la cultura de la muerte por la cultura de la vida. O peor aún, saber si quieren instaurar una cultura de muerte. Y lamentablemente muchos de ellos quieren esa oscura cultura del odio, de la irracionalidad, del relativismo, de la muerte, del aborto, del matrimonio gay, de la eutanasia...
 
Por esos candidatos no votaré. No puedo elegirlos porque atentan directamente a lo que me constituye, a lo que soy: PERSONA. Y no puedo elegir a quienes atentan contra las personas más indefensas, la niños por nacer, los niños en el vientre materno. Yo fui engendrado en el vientre de mi madre. Mi hija fue engendrada en el vientre de mi esposa. Mi madre defendió mi vida cuidándose cada día, tomando las precauciones por mi, dándome todo el amor que podía. Mi esposa y yo caminamos juntos hasta el alumbramiento de mi hija, nos asustamos por ella, nos alegramos por ella, sentimos gran gozo por ella.  No puedo elegir a alguien que me dice que le quiere dar el derecho a las madres para asesinar a sus hijos. No puedo votar por alguien que quiere cambiar nuestra cultura de vida por la cultura de muerte.
 
Nos horrorizamos por como se desangró el Perú en la época del terrorismo. Pero, aplaudimos a quienes quieren aprobar el desangramiento de niños indefensos. Yo no quiero ser un cínico, yo no quiero ser poseído por una especie de ataraxia mental. Yo quiero ser un defensor de la vida porque mi madre defendió la mía, porque mi esposa y yo defendimos la vida de mi hija.
 
Y si soy un defensor de la vida no puedo votar por un proabortista. Mi elección debe ser por un provida.
 
Si alguien sabe dónde está ese candidato que me lo diga. Quiero saber, quiero aprender.





martes, 8 de septiembre de 2015

Del Sol a la Educación

Hace algunos siglos todos asumían que el centro del Universo era la Tierra. Después de mucho tiempo se dieron cuenta que el centro era el Sol. Fue un gran impacto para muchos. Pero, no había más que hacer. La verdad se abría paso y solo había que dejarla pasar.
 
Hoy, nuestra generación debate sobre todo aspectos tecnológicos y económicos. Todo gira en torno a ello. ¿Será ese el centro? No sé que digan los futurólogos y los opinólogos. Pero, como maestro observo que toda nuestra generación ve a la educación como un subproceso para el logro de las metas. ¿Sin educación podemos hablar de metas?
 
Hace unos días, después de ver a mis alumnos desarrollando algunas acciones tradicionales en el colegio me ponía a pensar: "El centro no es la tecnología, la economía o demás. El centro del quehacer humano es la educación" Sin educación no sabemos como serían los hombres y mujeres del presente y el futuro. Si no se nos educara en diversas cuestiones y aspectos nada tendría sentido. Quizá no conoceríamos al Dios que tanto nos ama. Sin educación el hombre debería volver a empezar en cada generación. Nuestra herencia solo sería imagen estática, invalorada, inapreciada, no decodificada, no dinamizada. Solo viento que pasó y no actuó.
 
¿No es acaso la educación el centro del quehacer humano? Si es el centro por qué aún no podemos dedicarle más esfuerzo y tiempo. Por qué no podemos mirarla con más aprecio.
 
Aprender a ser, aprender a hacer,... ¿Aprender a amar? ¿Será mi tarea como educador enseñar a amar a la educación?
 
Busco respuestas. Pero, como hijo del tiempo que me toco vivir, no tengo tiempo para responder como quisiera. Por ello, les pido que me enseñen. Yo aprendo.
 
Carlos Pacahuala

lunes, 27 de julio de 2015

El acoso escolar y el "No matarás"

Quienes somos docentes afortunadamente hemos visto crecer una ola social para combatir el acoso entre estudiantes, conocido comúnmente como "Bullying".Afortunadamente 

No es mi intención definir, conceptualizar o exponer las características del "Acoso escolar". De eso se han ocupado, y se ocupan, muchísimos especialistas, colegas míos varios de ellos. Mi intención es poder explicar a mis estudiantes cómo es que acosar ("agarrar de punto", en la jerga escolar) a algunos de sus compañeros atenta contra el "No matarás" que nos enseña Dios.



No Matarás. Este es el quinto mandamiento de Dios. ¿Qué implica este mandamiento? Implica el respeto a la vida humana, al hecho de que "La vida humana ha de ser tenida como sagrada, porque desde su inicio es fruto de la acción creadora de Dios y permanece siempre en una especial relación con el Creador, su único fin" (CEC 2258) Por tanto, toda acción en contra de la vida del hombre ofende profundamente a Dios.




El Bullying, como cualquier tipo de agresión física, moral o sicológica, es un atentado contra la sacralidad de la vida humana. Podría, si me lo permiten los teólogos, considerar que el Acoso escolar es una especie de tortura, porque "usa de violencia física o moral, para... intimidar a los que se oponen" Siendo así, "es contrario al respeto de la persona y de la dignidad humana" (Cf. CEC 2297) 


Por tanto, todo aquel o aquellos que inducen o aplican el acoso a cualquiera de sus compañeros están cometiendo un pecado mortal. Consecuentemente, aquellos que son observados pasivos y no denuncian las agresiones a la víctima están cometiendo un pecado grave de omisión. En ambos casos, victimarios y observadores (cómplices) deben arrepentirse y reparar sus actos.

Pero, hemos de reconocer que la persona que es víctima de Acoso tiene derecho a su legítima defensa. Este derecho brota del "amor a sí mismo" (CEC 2264) Pero, "La legítima defensa puede ser no solamente un derecho, sino un deber grave, para el que es responsable de la vida de otro. La defensa del bien común exige colocar al agresor en la situación de no poder causar perjuicio. Por este motivo, los que tienen autoridad legítima tienen también el derecho de rechazar... a los agresores de la sociedad ...confiada a su responsabilidad." (CEC 2265) Es decir, que el acoso escolar lo debe rechazar la víctima. Pero, además, debe ser rechazado por aquellos que tenemos autoridad en un colegio: los maestros. De no hacerlo incurrimos es una pecado también.

No ha sido mi intención sentenciar a todo como "pecado". Pero, ciertamente lo es. Y por tanto, quienes nos llamamos hijos de Dios debemos hacer todo nuestro esfuerzo posible por combatirlo. Con ayuno, oración y acción. Todos, padres, estudiantes y los maestros.

Si este sencillo post carece de rigurosidad académica y teológica, háganmelo saber. Quiero aprender mejores sustento de la relación que he intentado desarrollar. 

Carlos Pacahuala

viernes, 5 de junio de 2015

No se quieren alejar de Dios

A lo largo de nuestra vida pasamos una gran diversidad de experiencias que van configurando nuestro persona, nuestro carácter, nuestra manera de comunicarnos. Adquirimos mil formas de concebir cada aspecto de la vida. Algunos se alejan de su familia, otros deciden acercarse más a ella. Algunos deciden y proyecta su vida, otros simplemente viven y enfrentan cada situación como pueden, y casi sin darse cuenta terminan sin saber lo que querían para sí. Algunos deciden centrar sus esperanzas en sus fuerzas físicas y su capacidad intelectiva; otros decidimos anclar nuestras esperanzas y expectativas en Dios. No pretendo hacer un juicio de la vida de las personas. Solo lo relato por lo que observé en los dos últimos días en el colegio donde laboro hace varios años.

El miércoles observé como profesores,  madres y padres sudaban tirados en el suelo por terminar una obra encomendada. Ellos, junto a sus estudiantes, sus hijos, querían que su alfombra para el Santísimo fuera la mejor. Todos querían un modelo original. Pero, no vi que ninguno se parara de su sitio para ir a ver el trabajo del otro. Todos emprendieron sus acciones conforme las planificaron. Muy temprano al mercado de flores, por la tarde ir por el aserrín, luego sacar los pétalos, dibujar los diseños, cuidar los detalles, y finalmente decir: "Esta listo", "Está bonita". No era concurso, nadie competía. Todos declaraban que su obra estaba bien acabada. Y esa determinación brotaba de su corazón por saber que habían puesto no solo intención, sobre todo habían puesto su esfuerzo. 

El día de ayer, Fiesta del Corpus Christi, todos los estudiantes junto a sus maestros, prepararon sus oraciones y cantos. Jesús estaría un ratito con ellos. Y estuvo con ellos. Cada quien a su modo le dijo lo que brotó de su corazón. Es cierto que no todos se disponen de igual manera. Muchos se centran en lo que tienen y quieren hacer, ponen sus energías, los nervios les invade por hacer bien las cosas y no equivocarse. Otros, los menos, se dispersan. Esa es la dinámica de los grupos grandes. Pero, si es cierto que todos ponen su esfuerzo en comprender y asumir aquello que le decimos: "Jesús está aquí contigo"

En ambos días todos pusieron su esfuerzo por acercarse a Dios, por darle lo mejor de sí. Cada uno, con sus vidas distintas, con sus objetivos, o sin ellos, con sus modos, con sus vacíos o aciertos, quisieron acercarse a Dios. ¿Basta? Sabemos que no basta. Nunca basta.  Pero, no escribo para juzgar, escribo para relatar lo que aprendí. Y aprendí que las personas que me rodean "no se quieren alejar de Dios". Están esperando la oportunidad para decirle que le aman, que le quieren. Aunque no lo digan con su boca, lo dicen con sus actos. ¿Es suficiente? No. Eso lo sé. Pero, tampoco sé porque no hacen más. No sé si pueden más. Cada quien ha vivido una vida distinta, experimentado diversas alegrías y dolores. A cada uno no le cala igual lo que vive. En mi ha calado el amor a Dios que me enseñaron...

...Y siempre vuelvo a lo mismo. Lo más importante en mi vida no es lo que yo hago. Lo más importante es lo que el otro, el distinto a mi, hace por mi.

Gracias Dios mio por darme una lección cada día. Yo solo aprendo.

Carlos Pacahuala



miércoles, 20 de mayo de 2015

¿Se puede enseñar las virtudes, los valores?

Esta pregunta ronda hoy más que nunca en las escuelas. Se invierte en bibliografía cada vez más especializada, se gasta horas de energía planteando proyectos que puedan ser innovadores y respondan a las necesidades de cada lugar, se promueve la investigación en estos temas, diversas instituciones aterrizan sus conclusiones sobre estudios de problemas sociales de la adolescencia en que se debe brindar una formación en valores. Todos los frentes opinan los mismo: periodismo, instituciones gubernamentales, no gubernamentales, Iglesia y demás.

Pero, ¿cómo enseñar en valores?, ¿se puede enseñar la virtud? Para responder tendríamos que primero responder que es un valor y qué es una virtud. Seguramente terminaríamos en una discusión sobre las diferencias que abarca cada término. Cada quién sobre un frente. Finalmente, valor o virtud, a lo que me refiero es a ¿cómo hacer para enseñar a las personas a que vivan bien? 

Y ahora, si es más claro. Vivir bien. ¿Qué es vivir bien? Una nueva interrogante. Pero, ese es el reto: enseñar a vivir bien. Y puesto que el vivir no es un abstracto, aquello que enseñemos debe ser sumamente práctico, activo, operante. Y en esa línea, vivir bien no solo será tener una conducta intachable. Será también, lograr resultados óptimos en nuestra vida. 

¿Qué tipo de vida? Habrá que identificar el tipo de vida que vivimos, o queremos vivir, para saber cómo es vivir bien según ese estilo. Existen tantos tipos de vida como personas. Entonces ¿podré enseñar a vivir bien si cada quien tiene una concepción de vida y por tanto una propia finalidad? Claro que no. Soberbia pretensión.

Pero, ¿existen diversos tipos de vivir como existen personas? Es posible. Pero, a todos estos estilos los podemos categorizar en diversos grupos. La agrupación será desde las perspectiva que queramos hacerla. Si queremos hacerla desde una visión económica diremos que hay ricos y pobres. Si queremos hacerla conforme a sus conocimientos diremos cultas e incultas...Pero, si tenemos que agruparlas según nuestro tema de interés diremos "estilos de vida buenos" o "estilos de vida malas". ¿Y bajo que criterio haremos esta agrupación? Sobre el bien. Y aunque parezca más difícil no es así. Cuando vemos una acción rápidamente podemos determinar si es buena o mala. Un robo es malo, asesinar es malo, Ayudar a una persona en una necesidad es algo bueno.

Ahora puedo formular la pregunta ¿Cómo le enseño a una persona a vivir una vida buena? Para ello, debo entender que la vida se forja cada día. Se nutre día a día. Entonces, habrá que vivir bien cada día, cada instante, ante cada situación. Vivir una vida buena será hacer bien cada obra del día. Y así hasta nuestro último instante de vida.  Entonces, ¿cómo le enseño a una persona a hacer bien la obra de cada día? He escuchado una multiplicidad de respuestas a esta pregunta. Algunos dicen que no se puede enseñar, otros que se enseña con el ejemplo. Y, aunque parezca cansado, tenemos que preguntarnos ¿Qué es enseñar?

Ante la última pregunta puedo decir que enseñar es transmitir, pasar, heredar aquello que me constituye, aquello que me conforma, que me hace, que me configura.

Entonces, solo podré enseñar a vivir bien la obra de cada día si yo mismo obro bien la obra de cada día. Si yo, que soy el que pretendo enseñar, vivo bien. Si yo, el enseñante, quiero el bien  en cada una de mis acciones. Y solo puedo querer el bien si conozco el bien. Solo puedo querer lo que conozco.

En conclusión. Si se ´puede enseñar las virtudes. Pero, no lo puede hacer cualquiera. Solo puede enseñar virtudes el que vive las virtudes. Y solo las vive quien conoce y quiere el sustento de todas ellas: El Bien. Solo puedo enseñar el Bien: aquel que es bueno.
Solo conociéndole y amándole es que

¿Tu quieres el bien?, ¿tu amas el bien?, ¿tu conoces el bien?, ¿tu eres bueno? Si tus respuestas son afirmativas entonces puedes enseñar virtudes. Pero, en lo poco que he vivido estoy convencido que uno solo es Bueno. Yo no. Él sí. Solo Él nos puede enseñar a ser buenos. Nuestras pretensiones de enseñantes de bondad solo serán una pantomima, una sombra. Las sombras dependen de una realidad. A lo mucho puedo aspirar a ser proyección de ese Bueno. Si el desaparece, yo también. Si Él desaparece el Bien también se va. Si Él no esta no puede haber bondad, no puede haber virtud.

Vano oficio de quienes quieren enseñar las virtudes sin Él, sin Dios.

Carlos Pacahuala Montenegro.

domingo, 10 de mayo de 2015

¿Podemos poseer la Verdad?

Para responder la pregunta planteada en el título tendríamos que empezar a analizar cada una de las palabras que la componen. El análisis nos llevaría por caminos realmente interesantes y de gran riqueza formativa. Podríamos intentar buscar entre los diversos autores que se han hecho la misma interrogante y exponer sus tesis y someterlas a más análisis. Todo esto enriquecería nuestro quehacer filosófico, para quienes lo hacemos a diario. Pero, ¿todo ello podría hacerlo una persona que pasa por nuestro lado?, ¿podría hacerlo nuestro amigo del barrio?, ¿podría hacerlo nuestro colega que en cuanto escucha la palabra "Verdad" pone su cara de interrogación, en el mejor de los casos, pues en otros muchos esbozarán una sonrisa socarrona... Ciertamente, muchos de ellos, incluidos nuestros estudiantes no podrán hacerlo.

Bastante hacen ellos, nuestros estudiantes, con ser pacientes ante el atrevimiento o el soberano aburrimiento que les debe representar tener que escuchar a un "señor" que intenta que "piensen".  Y además plantearles métodos soberanamente intrincados. Que atrevimiento el nuestro. Hoy, me di cuenta que esa pretensión de quienes pensamos que nuestros estudiantes estrenan sus neuronas con nosotros carece de toda lógica.

Ellos, nuestros estudiantes, asumen el reto que le lanzamos cada día. No se atreven a decir no. No es que les hacemos pensar. Ellos asumen libremente hacerlo. Somos simples mayeutas y si acaso conocemos algo es que aún nos falta mucho por aprender. Y ellos, también asumen lo mismo, que les falta mucho por aprender. Por ello, se lanzan a ejecutar aquello que les pedimos.

Y si ambos estamos en proceso de aprender ¿podremos poseer la Verdad? . Hoy se los pregunté a mis estudiantes. Ellos, a pesar de su cansancio, acababan de rendir un examen, asumieron el reto. Se pusieron a pensar. Y yo, un simple espectador de semejante acontecimiento. Ellos si que estaban pensando. Porque yo planteaba una pregunta que ya me la había hecho y respondido. Yo solo estaba contemplando un nacimiento intelectual.

Ellos me enseñaron hoy que es mejor aprender que enseñar. Cómo puedo enseñar si antes no he aprendido. Primero es aprender, luego es enseñar. Entonces, es mejor ser discípulo que maestro. Es mejor ser discípulo de aquel maestro que siempre quiere aprender, que acoge los retos y asume que aprende de sus estudiantes. 

No sé que habrán respondido mis estudiantes a la pregunta planteada, aún no leo sus respuestas. Pero, lo que si sé es que ellos me terminarán enseñando. Yo solo pregunté, ellos respondieron. Los que responden las preguntas son los maestros, ellos son mis maestros. Y siempre pensarán que tienen mucho por aprender, siempre emprenderán los retos que les planteemos.  No quiero dejar de aprender de ellos. Que bueno es ser siempre alumno. Aunque en el colegio me consideran maestro.

Si este post supo a poco o es ilógico será que aún no he aprendido todo lo que debo aprender. Enséñenme que estoy dispuesto a aprender porque no poseo la Verdad. Espero que algún día verla cara a cara. Por eso siempre quiero aprender.

Carlos Pacahuala Montenegro

domingo, 3 de mayo de 2015

Sin autoevaluación no se mejora

Hace más de diez años aprendí a hacer el examen de conciencia diario antes de dormir. Reviso todos mis actos del día, los marco en una pequeña papeletita. Al final de cada semana hay mucha materia sobre la que debo pedir ayuda a Dios y trabajar.

Movido por este acto de piedad, y humanidad, siempre me quedo claro que si uno no se hace el ejercicio de autoexaminarse no existe la posibilidad de tener la conocimiento de lo que debemos mejorar, cambiar y potenciar.  

El año pasado, al asumir la tutoría de 5to de Secundaria, de la que ya me referí anteriormente, empecé a enseñarle a todos los muchachos a autoevaluar su proceder en el aula para con todos las áreas y profesores. El producto de esa acción no solo servía para acumular un dato más. Servía para proyectar los posibles resultados que se tendrían. Curiosamente, a pesar de la actitud escéptica de muchos de mis estudiantes, las proyecciones se cumplieron. Y después de eso cada quien se propuso una serie de acciones personales y en grupo para revertir varias situaciones que no querían que se repitieran. Tal como lo esperábamos. Ejecutaron las acciones de cambio y los resultados cambiaron. Todo esto entre el tercer y cuarto bimestre.

Cuando empezamos en el tercer bimestre la proyección antes de autoevaluarse era que mínimo repetían el grado dos, quizá tres estudiantes. Después de la autoevaluación cada semana, y ejecutando las acciones de cambio, propuestas por el propio grupo con mi orientación, las proyecciones cambiaron. La meta era ninguno repite, ninguno desaprobaría ningún curso. ¿Saben cuáles  fueron los resultados? Un solo alumno desaprobó un curso. Ni un repitente. Ratifico el dato: "Un solo alumno desaprobó un curso". 

La autoevaluación resultó. Es cierto que se ejecutaron diversas acciones. Pero, de no haber hecho un proceso de autoevaluarse quizá nunca se hubieran dado cuenta lo
que tenían que hacer para mejorar.

Lo que digo es fácilmente comprobable. Las calificaciones son oficiales. los alumnos reales, yo el tutor, quien escribe este artículo soy real.

Ahora, convencido, no por teorías si no por lo vivido, plantearé mi tesis: "La autoevaluación y el rendimiento académico". Alguien podría decir: "¿Por qué dices públicamente cuál es tu tesis?" Respondo. Por dos motivos. El primero, necesito de sus aportes, reseñas, libros que me sirvan de referencia. El segundo, que si bien no harán una tesis de esto, les sirva mi experiencia para que ayuden a sus estudiantes con procesos de autoevaluación serios, realistas y motivadores. Y claro, me cuentan sus experiencias. Porque lo que quiero es aprender. 

Yo también me autoevalué, por eso he entendido que solo aprendiendo es cuando mejoro. 

Carlos Pacahuala Montenegro


jueves, 30 de abril de 2015

¡¡Lo sacó a golpes!

Hace algunos días me he convertido en un consumidor de CNN en español. 

Hace dos días atrás, los comunicadores presentaban la noticia de las protestas en Baltimore por una muerte asociada a causas de discriminación racial.


De pronto, los presentadores se quedaron atónitos, y los policías paralizados. ¿Qué había pasado? Una señora estaba agarrando a golpes a uno de los manifestantes. Y el manifestante solo hizo el amago de defenderse. Pero, ante ello los golpes fueron en aumento. Pero, esos golpes iban acompañados de empujones para sacar al agraviado de la manifestación... Ni la policía lo podía sacar. Pero, una mujer si... Era la madre. La mamá estaba sacando a su hijo de la manifestación.


No pude evitar recordar cuando mi madre fue a sacar a mi hermano mayor (QEPD) de un billar... Fue como un dejavú. Pero, inmediatamente vino a mi mente esta reflexión: "Si hubieran más madres así de seguro que tendríamos menos delincuencia en las calles, menos crímenes perpretados,

Mientras las autoridades quieren disminuir los índices de criminalidad con "intervenciones" la delincuencia sigue en aumento. Por qué. Porque no se ataca la causa. 

No soy un especialista. Pero, ¿acaso no disminuiría la delincuencia si las madres y los padres asumieran el rol que les corresponde?

Puede que el método de la madre no sea plausible en estos tiempos. Pero, ¿qué le quedaba a la madre? ¿ Pedirle por favor, con suave y tierna voz que saliera de la manifestación? ¿O quizá exhortarlo con videitos para que deje la actitud que tenía? Mejor. Lo busca al papá para que él lo saque. Mucho mejor. Les dice a los policías: "Ay, ya no sé que hacer..."

Yo igual lo hubiera sacado a golpes. Y no soy violento. Solo intento ser prudente.

Carlos Pacahuala

sábado, 25 de abril de 2015

Organización del tiempo y rendimiento escolar

Cada vez que le decimos a un estudiante que debe "subir sus notas" le estamos diciendo "ponte a hacer algo para ello". Si algún alumno se atreve a preguntar ¿Cómo? nos quedamos pasmados. O quizá respondemos los "clásico": "Termina tus tareas, ponte al día, estudia". Pero, ¿será suficiente?

Dentro de mi labor de docente siempre me preocupó que mis estudiantes fueran puntuales en todo momento. Fiel a ello, el año pasado tuve un grupo de estudiantes a cargo. Después de mucho tiempo, tenía tiempo para organizar algunas acciones en favor de ellos...

Rápidamente noté que cuando llegaba a primera hora al aula solo habían dos o tres estudiantes. Siempre los mismos. El resto iba llegando de a pocos. Pero, más del 40% llegaba cuando las clases habían empezado. Decidí hacer algo al respecto.

Lo primero que hice fue requerir un reporte de "Tardanzas y asistencias". Con toda la calma del mundo tabule los datos y los convertí en gráficos de cantidad de tardanzas y faltas de cada estudiante del aula. Y al ver los resultados observé que solo dos no tenían ni faltas ni tardanzas. ¿Quiénes eran? Óscar y Rodrigo. Hubiera sido un hecho más. Pero, ellos eran los "primeros alumnos del aula". Seguí viendo, y justo los estudiantes que tenían más tardanzas y faltas eran los que tenían un menor rendimiento en las áreas. ¿Descubrí algo nuevo? No creo. Cuando comenté esto algunos se admiraron, otros me dijeron "Sí, sí. De hecho. ¿Para qué sirve?"

Sirve de mucho. Ahora sé que existe una relación directa entre la organización del tiempo y el rendimiento escolar. No lo sé como un criterio "obvio". Lo sé con datos registrados y formales.

Ahora cuando le tengo que decir a un estudiante que "mejore en sus notas" le digo que tiene que organizar su tiempo. Y sobre ello trabajamos. 

¿Podré hacer una tesis de este tema? 

Carlos Pacahuala

Aprendo

Con este nuevo post quiero dar inicio, o reinicio, a mi blog. Gracias desde ya por sus comentarios. Ayudarán mucho en las pretensiones de cada artículo, que me enseñen.